A lo largo de la historia de las matemáticas se han ido acumulando distintas “formas de demostrar”. Probablemente la más convincente de todas ellas sea la demostración visual, una demostración que nos lleva desde el universo simbólico al universo físico, de las líneas y las superficies al universo 3D en el que vivimos.
A veces es bueno pasar a una dimensión superior para resolver un problema. Y aquí vemos al genio de Pitágoras convirtiendo un problema de líneas en un problema de superficies. ¡Brillante! Pero, ¿que pasa si subimos una dimensión más? El resultado es este.
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